Agua en el Valle de México: ¿Nos habrá alcanzado el futuro?

Pareciese enormemente contradictorio, que a unos días de haberse registrado en el altiplano los mayores niveles de sequía registrada en seis décadas (en temporada de lluvias), sucedan tormentas torrenciales que inunden y paralicen ciertas zonas del Valle de México. ¿Qué significará todo esto? ¿Porque escuchamos en todos los medios de comunicación que la sequía es una amenaza inminente en paralelo a ser testigos de torrentes de agua cayendo del cielo?¿El tener algunas cuantas tormentas muy intensas al final de la temporada de lluvias podrá significar que estaremos quedando a salvo de una amenaza donde la Ciudad de México muera de sed?

Para contestar estas preguntas primero hay que poner algunos datos en perspectiva: Del agua disponible en el planeta, solamente el 2.5% es utilizable en su estado natural; de ese universo el 69% se encuentra en glaciares y hielos perpetuos, el 1% en cuerpos de agua superficiales (lagos y ríos) y el 30% en el subsuelo. Tomando como referencia lo anterior podríamos afirmar que nuestra principal fuente de abastecimiento de agua se encuentra en los mantos acuíferos del subsuelo.

Una vez habiendo comprendido lo anterior, el primer referente de entendimiento que necesitamos tener en nuestros modelos mentales tiene que ver con la relación entre el agua que extraemos de los acuíferos versus el agua que permitimos que se recargue, de manera natural o artificial en los mismos; dicho referente es conocido como presión del agua y podríamos conceptualizarlo de manera sencilla como la presión que ejercemos sobre el “recurso agua”. Para que el acuífero mantenga su equilibrio, no se debería extraer mas allá del 40% del agua que se recarga, es decir por cada 100 litros que de manera natural o artificial se infiltran en los mantos acuíferos, lo máximo que deberíamos extraer serían 40. La presión actual sobre el recurso en el valle de México es superior al 150%, es decir extraemos mas de 150 lts por cada 100 que se recargan (4 veces mas de lo debido), por lo cual; no solo estamos sobreexplotando el acuífero al extraer mas agua del subsuelo de la disponible y disminuyendo como consecuencia nuestras reservas de agua subterráneas; sino que en adición, estamos favoreciendo el hundimiento de la mancha urbana. En paralelo es necesario comprender que muy poca agua que cae del cielo es regresada al subsuelo ya que la ciudad de México es una enorme plancha de pavimento y asfalto, que desaloja fuera del valle gran parte del agua captada.

De los 81.9 m3/seg que utilizamos en la Ciudad, 59.5m3/seg vienen del subsuelo (a cual solo le reponemos 31.6 m3/seg), 2.7 m3/seg vienen de cuerpos superficiales, y 19.7 m3/seg los importamos desde otras cuencas mediante el sistema Lerma-Cutzamala (Ref Estadísticas del agua en México, CNA). Es importante recordar que el Valle de México tiene vocación lagunar y era un gran sistema de lagos (Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Xochimilco y Chalco); pero desde la conquista, pareciese que los Mexicanos nos hemos esmerado en cambiar dicha vocación dedicándonos a vaciar los cuerpos de agua sacando el agua del valle: comenzando con el Tajo de Nochistongo en el siglo XVII y XVIII; siguiendo con el gran canal del desagüe a principios del siglo XX, y continuando nuestra labor con el drenaje profundo desde mediados del siglo pasado. Expresado en palabras sencillas: Nuestra Ciudad es el equivalente a tener un tinaco al cual primero le fuimos realizando hoyos para sacarle el agua, y después fuimos añadiéndole mangueras para traerle el agua faltante de otro lado.

De los 214.7 m3/seg que llueven en el valle, se evaporan 159.4m3/Seg, y del saldo resultante (55.3 m3/seg) solamente permitimos que se recarguen 31.6 m3/seg, quedando sin ser aprovechados mas de 20 m3/seg (mas de lo que que importamos del sistema Lerma Cutzamala), los cuales son innecesariamente desalojados del valle. En adición, a lo largo de los últimos cuarenta años, la mancha urbana se ha extendido de una manera tal, que no solo ha ocupado la casi totalidad de la superficie original del lago, sino que ha ido comiéndose las laderas de las montañas que rodean al valle disminuyendo dramáticamente las masas forestales que brindan servicios ambientales tales como la regulación del clima, la generación de oxigeno y la recarga de acuíferos que tanto la ciudad como los ecosistemas de la zona necesitan para su subsistencia.

Hay un factor adicional que debemos agregar en este relato y es el Cambio Climático; fenómeno consecuencia del Calentamiento Global originado en la emisión y concentración de Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera, producto de la quema de combustibles fósiles. Dicho Cambio Climático incide y magnifica los fenómenos meteorológicos extremos que ha estado sufriendo el valle como consecuencia de la desecación del lago, de la invasión de las áreas naturales de reserva ecológica, de la contaminación de los acuíferos y la sobreexplotación forestal. En palabras sencillas: los habitantes del valle de México hemos convertido un Ecosistema de humedales, rodeado por montañas llenas de bosques, en una enorme plancha de concreto y Asfalto que se comporta como una isla de calor, aumentando varios grados centígrados la superficie del valle, sin poder contar con suficientes masas de árboles alrededor para ayudar a regular el clima, teniendo esto como consecuencia que, en palabras coloquiales “se nos suba el calor”; favoreciendo el aumento en la evaporación del agua disponible, y quedando expuestos a lluvias torrenciales (al aumentar la concentración de vapor de agua en la atmósfera en época de lluvias) sin posibilidad de ser aprovechadas.

A lo largo de la historia de las civilizaciones, las sociedades han florecido o colapsado a partir de varios factores definidos que han incidido sobre ellas de manera determinante; particularmente importantes son aquellos relacionados con la capacidad humana para responder a los problemas originados en el daño ambiental causado a los sistemas que soportan la vida, a la par demostrar capacidad de adaptación ante los cambios climáticos periódicos o eventuales que el planeta registra; sean naturales (como las sequías), o inducidos por el hombre (como actualmente está sucediendo a consecuencia del Calentamiento Global).

Si hacemos un breve sumario de lo expuesto anteriormente observaremos que los habitantes del Valle de México hemos acumulado severas condicionantes de daño ambiental, en paralelo a la destrucción de diversos sistemas que soportan la vida. Hemos sobreexplotado los acuíferos, no aprovechamos el agua que de manera natural llega al valle, y nos hemos vuelto dependientes de un suministro externo para un tercio de nuestros requerimiento de agua; en adición hemos creado una gran isla de calor y contribuimos generosamente con la emisión de toneladas de Gases Efecto Invernadero desde los escapes de nuestros vehículos favoreciendo el fenómeno del Calentamiento Global. Ante todo lo anterior, la pregunta obligada sería ¿Qué tan adaptables seremos ante un fenómeno como el que estamos viviendo, donde se observa un ciclo de disminución en el volumen anual de precipitaciones pluviales (condiciones de sequía)?

Soluciones existen: Ahorro de agua, consumo eficiente, reforestación y cuidado de áreas naturales; captación e infiltración de agua de lluvia, tratamiento de aguas residuales, reuso de agua tratada…

Pero.. ¿Estaremos como sociedad a la altura de las circunstancias? ¿Demostrarán nuestras acciones cotidianas interés real y profundo en el tema? ¿Estará moviéndose intensamente cada ciudadano en dirección de la solución? ¿Habremos logrado incorporar la lógica de invertir en infraestructura para capturar agua de lluvia, tratar agua residual para volver a utilizarla e infiltrar agua de lluvia al subsuelo como un asunto de obviedad dentro de nuestros modelos mentales o seguiremos actuando de acuerdo a los dictámenes de la lógica económica convencional? ¿Existirá algún místico centro comercial donde podamos comprar aire fresco o agua potable cuando los pozos y los ríos hayan agotado su caudal?

Los ingredientes de la receta para cocinar un desastre ecológico hídrico y ambiental en el Valle de México están a la vista y cocinándose, de nuestro actuar individual, gubernamental y colectivo dependerá el desenlace.

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