Proteger a la creación para preservar la paz.

A inicios de este año (2010), el Papa Benedicto XVI expresó todo un mensaje refiriéndose a la necesidad de proteger a la creación para preservar la paz. Dicho mensaje es enormemente alentador desde la perspectiva donde la Santa Sede esté incorporando el tema ambiental como parte importante de su agenda; pero a su vez, nos debe, mover profundamente a la reflexión y despertar un profundo sentido de urgencia debido a que; en el momento en que un Jefe de Estado como el Papa, da la voz de alerta a partir de las múltiples fuentes de información de las que dispone; haciendo un llamado a la acción, significa que los problemas en cuestión son mas serios y urgentes de lo que el ciudadano común piensa.

Para comprender la importancia de esta llamada a la acción, es importante comprender varias cosas acerca del mundo natural: La primera de ellas está relacionada con la capacidad emergente que tiene la vida en los ecosistemas para desarrollar mas vida. Dicha capacidad se da a partir de los servicios ambientales que el capital natural brinda, entendiendo el concepto “capital natural” como la suma casi ilimitada de interrelaciones que hay entre los seres vivos que habitan un ecosistema; las cuales, en su conjunto, permiten brindar los servicios naturales que todos los seres vivos necesitamos para sobrevivir, tales como la producción de agua, oxígeno, polinización, regulación de los microclimas, etc. Un ejemplo de capital natural es la riqueza de vida bacteriana acumulada en un suelo fértil; esto debido a que un suelo vivo es aquel que a la par de ser un sustrato compuesto por materia orgánica (carbono, nitrógeno, hidrógeno) está compuesto por una que multitud de microorganismos cuyas interacciones permiten la metabolización de los nutrientes contenidos en el suelo, y su incorporación en el metabolismo de las plantas a partir de sus raíces. Todo esto en su conjunto es un servicio ambiental que podríamos llamar “capacidad fotosintética” es decir, la capacidad de convertir materia inorgánica en orgánica para ser incorporada posteriormente como nutrientes en las cadenas alimenticias. Proteger la fertilidad y biodiversidad microscópica de los suelos es proteger a la vida misma ya que gracias a la capacidad fotosintética que del suelo emana los seres vivos podemos alimentarnos.

La segunda de ellas tiene que ver con la capacidad de los sistemas naturales de regresar a sus condiciones de equilibrio después de haber sido sometidos a condiciones de adversidad. Lo anterior es un concepto conocido como resiliencia (del latín resilio, “brincar atrás”). A medida que los humanos entendemos como funciona la naturaleza, hemos ido descubriendo que existe una relación directa entre resiliencia y biodiversidad; es decir, los ecosistemas son mas resilientes entre mas diversidad biológica contengan; esto debido a que a mayor diversidad de seres vivos, mayores serán las interrelaciones entre ellos y mayores serán los servicios ambientales que provean sus interacciones. Si un ecosistema es sometido a evento de crisis como puede ser una gran tormenta o un huracán, su capacidad de regresar al equilibrio dependerá de la diversidad de seres que lo habiten debido a que cada uno de ellos provee un servicio al ecosistema desde el nicho que ocupan. Para comprender la afirmación anterior podríamos citar como ejemplo, y de manera sencilla la relación que hay entre aves y mamíferos que comen fruta, su tracto digestivo, su materia fecal, su movilidad y las semillas con forma aerodinámica contenidas en las frutas.

En términos generales las aves y mamíferos frugívoros ingieren la fruta con todo y semillas, las semillas: a la par de su forma y de ser de difícil digestión, pasan (en términos relativos), de manera “libre y rápida por el tracto digestivo” de quien las ingirió, siendo regresadas al medio natural junto con la materia fecal, rica en nutrientes (carbono, nitrógeno, hidrógeno) de las aves o mamíferos en cuestión. Si dicha materia fecal (con semilla incluida), es depositada en un suelo vivo (rico en vida bacteriana, insectos y lombrices) entonces tendrá todas las condiciones para florecer la vida latente que en ella existe dando lugar al nacimiento de una planta, en un lugar diferente a su lugar de origen. En adición podemos citar los servicios que las lombrices y los insectos proporcionan. Por ejemplo, los “escarabajos peloteros” juntan pequeñas bolitas de materia fecal (que utilizan para diversos propósitos) y las transportan empujándolas hacia adelante (de ahí el origen del término “escatología”, del griego skatós, “excremento”); esta sencilla acción realizada por esta humilde criatura permite la distribución de los nutrientes contenidos en la materia fecal en el ecosistema; en paralelo podríamos citar la labor de las lombrices en el suelo, las cuales se alimentan de desechos orgánicos orgánica y materia fecal, excretando un material orgánico conocido como “humus” rico en bacterias, microorganismos, ácidos húmicos y fúlvicos que constituyen la base para la capacidad fotosintética de la tierra.

En palabras sencillas podríamos sintetizar todo lo anterior expresando; que los seres vivos ocupan nichos ecológicos desde los cuales, gracias a las interrelaciones con los otros seres vivos (que ocupan nichos ecológicos diversos), se pueden generar y brindar los diversos servicios ambientales que todos los seres vivos requieren para vivir y que, en adición; dicha diversidad le permite al ecosistema completo ser resiliente, es decir regresar a sus condiciones de equilibrio después de haber sido sometido a situaciones de crisis o adversidad.

El problema inherente a la intervención humana en los ecosistemas es que conocemos muy poco acerca de la naturaleza de lo que estamos deshaciendo y las consecuencias que ello trae; Lo anterior debido a que somos una especie relativamente joven en el planeta. De hecho somos como bebés que apenas estamos aprendiendo a caminar e interrelacionarnos con nuestro entorno ya que cinco mil años de civilización es muy poco comparado con los millones de años que la vida tiene sobre el planeta; particularmente si nuestra comparación es realizada en términos de información ¿Cómo podemos comparar la información acumulada en el código genético de todos los seres vivos a lo largo de toda la historia de la evolución y a través de todas las eras geológicas, respecto de la curva de aprendizaje de una sola especie (la nuestra) durante un período de tiempo tan corto?, para ilustrar la pregunta anterior utilicemos como referente el modelo del “año cósmico” propuesto por el físico Carl Sagan, donde se hace un cronograma en un año (de manera figurativa); de la historia del universo y la vida; desde el “big bang” hasta hoy, donde la civilización humana solo aparece hasta los últimos minutos del año cósmico.

La verdadera riqueza del planeta no se encuentra a partir de la extracción ilimitada de recursos inorgánicos de la corteza terrestre (petróleo, metales, minerales); sino en la información acumulada en el código genético de todos los seres vivos, producto de millones de años de selección natural (adaptación, evolución y supervivencia del mas apto). Si la vida ha mostrado no solo la capacidad de permanecer, evolucionar, prosperar y florecer a lo largo de millones de años, sino de hacerlo produciendo en paralelo enorme diversidad y abundancia; sería un buen punto de partida para nuestra especie contemplar con humildad esta historia de éxito y aprender un poco de ella. Tal vez podríamos inclusive llegar a darnos cuenta que el futuro de nuestra especie no dependerá de nuestra capacidad de extracción continua de materiales, sino de ser capaces de tener acceso a esa “ilimitada base de datos de la naturaleza” para aprender a producir energía sin contaminar la atmósfera (como las plantas), a elaborar resistentes materiales de construcción si necesidad de requerir procesos destructivos de transformación (como las conchas del caracol), de elevar grandes cantidades de agua sin necesidad de equipos de bombeo y energía contaminante (como los árboles que elevan el agua desde el subsuelo, hasta la parte mas alta de su follaje), o para producir colorantes y pinturas sin necesidad de utilizar procesos industriales que generen grandes cantidades de contaminantes (como las plumas de los pavorreales). En términos humanos, el entramado de la vida y la información acumulada durante millones de años en ella, es el equivalente biológico de nuestra supercarretera de la información llamada internet. La pregunta es ¿Cómo utilizamos dicha información en beneficio de la evolución de nuestra especie?, desde esta perspectiva proteger a la creación la vida sonaría como un acto no solo de sensatez, sino de anticipación estratégica.

Expresado todo lo anterior ¿Por qué afirma el Papa que deberíamos proteger a la creación para preservar la paz? La respuesta debería ser tan sencilla como afirmar: Por sentido común; desafortunadamente (en términos humanos), al no ser el sentido común el mas común de los sentidos, deberíamos reflexionar acerca de nuestra naturaleza biológica como criaturas y como especie, la cual nos obliga a necesitar recursos para sobrevivir. Es inherente a la protección y regeneración de la naturaleza favorecer su capacidad emergente para producir mas vida y para generar; en consecuencia, recursos en abundancia para nuestra supervivencia. Proteger a la creación es proteger a la civilización misma ya que de lo contrario terminaremos peleándonos a muerte por el control, posesión y uso de los recursos escasos que queden.

Hace ya tres décadas y media se nos alertaba en el libro “los límites del crecimiento” (the limits to growth) sobre la imposibilidad del crecimiento económico a perpetuidad de nuestro modelo de civilización de actual, basado en la extracción ilimitada e infinita de recursos que son limitados y finitos; en paralelo a la concentración en agua, suelos y aire de sustancias contaminantes provenientes del metabolismo de la industria; y a la destrucción de los sistemas que soportan la vida. Sirvan estas líneas cual mensaje en una botella, como un llamado a la acción para comenzar a construir las bases de un mundo mejor.

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