Una especie fuera de control

sensible de fenómenos que llevaban incubándose desde mucho tiempo atrás. Una breve relatoría de los mismos comienza en Noviembre de 2007 cuando el Panel Intergubernamental para el cambio climático emitió su cuarto reporte (el cual incluía el consenso de 2500 científicos de todo el mundo), donde indicaba sin dejar lugar a dudas que el calentamiento global era un fenómeno originado por el hombre y que el cambio climático es una amenaza potencial a nivel mundial para la estabilidad de los sistemas naturales, las sociedades y las economías. A principios de este año 2008, diversos factores entre ellos el incremento de cosechas utilizadas para producir biocombustibles hicieron manifiesta una crisis alimentaria a nivel mundial donde emergieron graves patrones de escasez en diversos lugares del globo, y los precios de los alimentos a nivel mundial sufrieron un incremento significativo y sostenido, regresando a millones de humanos a los estratos de pobreza de donde duramente habían salido. Por último, el fenómeno de las hipotecas subprime en Estados Unidos que inicio en el tercer trimestre de 2007, gradualmente se fue volviendo mundial para manifestarse con toda su violencia como una crisis financiera global en Octubre de 2008. El hecho de que a lo largo de los últimos meses los medios de comunicación aparentemente hayan concentrado sus titulares en la crisis financiera, no significa que las otras crisis se hayan resuelto, hayan desaparecido o hayan dejado de significar una amenaza para la estabilidad global; lo anterior sin dejar de mencionar que todavía falta por manifestarse una crisis que se ha estado incubando silenciosamente y de la cual solo hemos tenido destellos eventuales de información: La crisis por la salud, disponibilidad y control del agua.

¿Significará todo lo anterior que la humanidad es una especie que se ha salido de control? Probablemente sí, debido a que la conexión entre la industria y los sistemas vivos ha sido largamente ignorada a lo largo de toda la revolución industrial y particularmente los últimos 20 años; en donde el mundo pareciese haber estado viviendo una enorme borrachera de economía de mercado hasta el punto en que la fiesta hizo crisis. No olvidemos que ya en 1972, en su libro “Los límites del Crecimiento”, un grupo de científicos publicó sus investigaciones acerca de las consecuencias a largo plazo de nuestros patrones existentes de consumo y producción en factores como el crecimiento de población, la capacidad industrial, la producción alimenticia y la contaminación, los cuales (utilizando modelos de la Escuela de Administración de MIT); predijeron que en algún momento de los próximos 100 años (subsecuentes a la fecha de la publicación); de mantenerse las costumbres existentes de consumo, tendencias de crecimiento poblacional, industrialización, y explotación de recursos; el mundo se vería físicamente limitado al crecimiento. Concluyendo a su vez que la prosperidad podría ser preservada solo si se cambiasen las costumbres y los patrones de consumo. Bastaron tres décadas y media desde la advertencia de los autores para no utilizar más recursos de los que somos capaces de regenerar junto con la naturaleza, y para que los efectos de la crisis anunciada se manifestase con toda su crudeza. ¿En que momento nuestra especie se salió de control? Probablemente en el momento que la inteligencia colectiva se olvidó que la humanidad es parte integral de la casa (nuestro planeta), vive en la casa y debe regirse bajo las mismas reglas que mantienen en equilibrio y evolución a la naturaleza.

En el texto “Paramount positions in ecological economics” (postulados fundamentales para una economía ecológicamente viable) publicado en 1991; el autor Garret James Hardin vinculaba mediante varios conceptos base, los efectos de las actividades humanas con el entorno natural. El primer postulado es un llamado al sentido común donde se expresa simple y llanamente que “el mundo disponible para la población humana es limitado” y debido a que, al ser nuestro planeta un sistema cerrado con recursos limitados; no debemos sobrepasar la capacidad de carga del sistema debido a que capacidad de carga excedida no significará otra cosa que capacidad de carga disminuida. Basados en las ideas anteriores, un segundo grupo de postulados nos permite poner en perspectiva que “a mayor nivel de vida de los pobladores menor será la posibilidad de que un gran número de ellos pueda usufructuarlo” en particular debido a que, al tener la tierra una capacidad biológica máxima “la insuficiencia para abastecer recursos implicará una mayor demanda de los mismos”

A su vez Garret Hardin nos hace ver que “la intervención humana en los ecosistemas tenderá a tener efectos y consecuencias” y aunque busquemos compensarlos dentro de nuestros alcances y escala, la “suma acumulada de muchos efectos individuales similares nos impedirá escapar dichos efectos y consecuencias”. El calentamiento global es una muestra clara y papable de esta afirmación, debido a que; aunque los emisores individuales de gases invernadero compensen sus emisiones reduciéndolas al mínimo, la suma de millones de emisores acumulando emisiones disminuidas será capaz de producir un efecto a escala del cual no podremos escapar tan fácilmente.

En adición poniendo nuevamente en perspectiva el hecho de que el planeta es un sistema cerrado, el autor afirma que “no existen patios de atrás donde tirar la basura”, por lo cual todos los desechos gaseosos y contaminantes emitidos a la atmósfera en un punto del planeta, tienen posibilidades de afectar a la salud de los pobladores en otro punto del globo, y todos los contaminantes líquidos que vertamos a los cuerpos de agua (por ejemplo los ríos que llegan a los mares) tienen enormes posibilidades de afectar la salud de los sistemas que soportan la vida marina, de la cual, el 30% de la humanidad depende para sobrevivir. La acumulación de desechos sólidos en la gran mayoría de los rellenos sanitarios produce filtraciones contaminantes a los mantos acuíferos afectando la salud de los cuerpos de agua del subsuelo de los cuales dependemos para obtener agua potable; a la par de emanar gas metano hacia la atmósfera, el cual es 20 veces más poderoso como gas invernadero que el CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles.

A la par de valorar y conservar aquellas cosas buenas que varios miles de años de evolución cultural y tecnológica nos han traído; probablemente nuestro experimento humano de civilización está llegando a un punto donde necesite profundamente reinventarse a sí mismo. Si en nuestra borrachera de varias décadas de economía de mercado la suma acumulada de muchas acciones individuales han ido construyendo los efectos a escala que este año se han manifestado (crisis alimentaria, económica, financiera, climática y ambiental), solamente un gran cambio de actitud individual y colectiva nos permitirá construir una suma ilimitada de efectos a escala positivas en nuestro entorno, y para lograrlo será necesario hacer una profunda revisión de nuestros valores que no son sino los moldes con los que miramos al mundo; y un buen punto de partida puede ser revisar nuestra necesidad de consumir para tener, y tener para aparentar que somos felices.

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